El título ya nos adentra en terrenos bastante conflictivos, pues estamos haciendo referencia a la funcionalidad de la escultura.
Socialmente, la escultura puede tener usos y funciones muy diversas. Originalmente las esculturas tenían una función religiosa, para los rituales mágicos, los ritos funerarios, las prácticas de culto, etc.
Posteriormente, también adquirió funciones políticas, para manifestar el poder de las monarquías, conservar la memoria de los pueblos, defender proyectos políticos. Otro uso de la escultura, que se volvió con el tiempo su función más común, es el estético, que busca representar la belleza o los ideales artísticos de una época, o bien crear objetos de carácter decorativo para interiores o exteriores.
LA VIDA COTIDIANA
En todas las culturas primitivas no existía un concepto de arte que separara lo estético de la vida cotidiana, ni que escindiera lo espiritual de lo material como ocurre en los modelos sociales de la actualidad; sistemas y esquemas de sociedades en los que el ser se ha fragmentado, y la relación constante entre el interior y el exterior se ha roto y se ha priorizado la especialización que el orden de las cosas genera; el ser humano se ha quedado atrapado afuera, obnubilado por la belleza de lo material pensando que ostentar es lo mismo que ser.
Las esculturas habitables, son espacios para ser usados, son una invitación para volver al interior, y no para quedarse allí, sino para encontrarnos de nuevo y darnos cuenta de que adentro y afuera son una misma realidad, la realidad de un ser que contempla y se contempla en su experiencia vital.